Los presidentes de los Estados Unidos suelen
hablar en nombre de Dios, aunque ninguno ha revelado si se comunica con él por
mail, por fax, por teléfono o por telepatia. Con o sin su aprobación, en él año
2006 Dios fue proclamado presidente del Partido Republicano en Texas.
Sin embargo, el Todopoderoso, que ahora figura
hasta en los dólares, brillaba por su ausencia en los tiempos de la independencia.
La primera Constitución ni siquiera lo mencionaba. Cuando alguien preguntó por
qué, Alexander Hamilton explicó:
- No necesitamos ayuda
exterior.
En su lecho de agonia, George Washington no
quiso oraciones, ni sacerdote, ni pastor, ni nada.
Benjamin Franklin decia que las revelaciones
divinas eran pura superstición.
Mi propia mente es mi
Iglesia, afirmaba
Thomas Paine, y el presidente John Adams creia que éste seria el mejor de los mundos posibles si no hubiera religión.
Según Thomas Jefferson, los sacerdotes católicos
y los pastores protestantes eran advinos
y nigromantes que habían dividido a la humanidad en dos, una mitad de
tontos y otra mitad de hipócritas.
GALEANO, Eduardo. Espejos: una historia casi universal. Buenos Aires: Siglo XXI
Editores & Siglo XXI Iberoamericana, 2008. P. 165.
NOTA: O texto "¿En Dios confiamos?" não
representa, necessariamente, o pensamento deste blog. Foi publicado com o
objetivo de refletirmos sobre a construção do conhecimento histórico.
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