Jugadores de ajedrez egipcio, Lawrence Alma-Tadema
Y nos cansamos de andar vagando por los bosques y las orillas de los rios.
Y nos fuimos quedando. Inventamos las aldeas y
la vida en comunidad, convertimos el hueso en aguja y la púa en arpón, las
herramientas nos prolongaron la mano y el mango multiplicó la fuerza del hacha,
de la azada y del cuchillo.
Cultivamos el arroz, la cebada, el trigo y el
maiz, y encerramos en corrales las ovejas y las cabras, y aprendemos a guardar
granos en los almanaces, para no morir de hambre en los malos tiempos.
Y en los campos labrados fuimos devotos de las
diosas de la fecundidad, mujeres de vastas caderas y tetas generosas, pero con
el paso del tiempo ellas fueron desplazadas por los dioses machos de la guerra.
Y cantamos hinnos de alabanza a la gloria de los reyes, los jefes guerreros y
los altos sacerdotes.
Y descubrimos las palabras tuyo u mío y la tierra
tuvo dueño y la mujer fue propiedad del hombre y el padre propietario de los
hijos.
Muy atrás habían quedado los tiempos en que
andábamos a la deriva, sin casa ni destino.
Los resultados de la civilización eran
sorprendentes: nuestra vida era más segura pero menos libre, y trabajábamos más
horas.
GALEANO, Eduardo. Espejos: una historia casi universal. Buenos Aires: Siglo XXI
Editores & Siglo XXI Iberoamericana, 2008. p. 5-6.
NOTA: O texto "Breve historia de la civilización" não representa, necessariamente, o pensamento deste
blog. Foi publicado com o objetivo de refletirmos sobre a construção do
conhecimento histórico.
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