Crianças negras, Emmanuel Zamor
Como la noche, como el pecado, el negro es enemigo de la luz y de la inocencia.
En su
célebre libro de viajes, Marco Polo evocó a los habitantes de Zanzibar: Tenian boca muy grande, labios muy gruesos y
nariz como de mono. Iban desnudos y eran totalmente negros, de modo que quien
los viere en cualquier otra región del mundo creeria que eran diablos.
Tres siglos
después, en España, Lucifer, pintado de negro, entrada en carro de fuego a los
corrales de comedias y a los tablados de las ferias. Santa Teresa nunca pudo sacárselo
de encima. Una vez se le paró al lado, y era un negrillo muy abominable. Y otra vez ella vio que le salia una
gran llama roja del cuerpo negro, cuando se sentó encima de su libro de
oraciones y le queimó los rezos.
En América,
que habla importado millones de esclavos, se sabia que era Satán quien sonaba
tambores en las plantaciones, llamando a la desobediencia, y metia música y
memeos y tembladeras en los cuerpos de sua hijos nacidos para pecar. Y hasta
Martin Fierro, gaucho pobre y castigado, se sentia bien comparándose con los
negros, que estaban más jodidos que él:
- A éstos los hizo el Diablo – decia – para tizón del inferno.
GALEANO, Eduardo. Espejos: una historia casi universal. Buenos Aires: Siglo XXI Editores & Siglo XXI Iberoamericana, 2008. p.114-115
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