Gassing, David Olère
Hitler no inventó nada. Desde hace dos mil años, los judíos son los imperdonables asesinos de Jesús y los culpables de todas las culpas.
¿Cómo? ¿Qué
Jesús era judío? ¿Y judíos eran también los doce apóstoles y los cuatro
evangelistas? ¿Cómo dice? No puede ser. Las verdades reveladas están más aliá
de la duda: en las sinagogas el Diablo dicta clase, y los judíos se dedican
desde siempre a profanar hostias, a envenenar aguas benditas, a provocar
bancarrotas y a sembrar pestes.
Inglaterra
los expulsó, sin dejar ni uno, en el año 1290, pero eso no impidió que Marlowe
y Shakespeare, que quizá no habian visto un judío en su vida, crearan personajes
obedientes a la caricatura del parásito chupasangre y el avaro usurero.
Acusados de
servir al Maligno, estos malditos anduvieron los siglos de expulsión en expulsión
y de matanza en matanza. Después de Inglaterra, fueron sucesivamente echados de
Francia, Austria, España, Portugal y numerosas ciudades suizas, alemanas y
italianas. En España habian vivido durante trece siglos. Se llevaron las llaves
de sus casas. Hay quienes las tienen todavía.
La colosal
carnicería organizada por Hitler culminó una larga historia.
La caza de
judíos ha sido siempre un deporte europeo.
Ahora los
palestinos, que jamás lo practicaron, pagan la cuenta.
GALEANO, Eduardo. Espejos: una historia casi universal. Buenos Aires: Siglo XXI Editores & Siglo XXI Iberoamericana, 2008. p.114.
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