The Moose Chase, George de Forest Brush
Los conquistadores confirmaron que Satán, expulsado de Europa, habia encontrado refugio en las islas y las orillas del mar Caribe, besadas por su boca llameante.
Allí habitaban seres bestiales que llamaban juego al pecado carnal y lo practicaban sin horario ni contrato, ignoraban los diez mandamientos y los siete sacramentos y los siete pecados capitales, andaban en cueros y tenian la costumbre de comerse entre si.
La conquista de América fue una larga y dura tarea de exorcismo. Tan arraigado estaba el Maligno en estas tierras, que cuando parecia que los indios se arrodilaban devotamente ante la Virgen, estaban en realidad adorando a la serpiente que ella aplastaba bajo el pie; y cuando bessaban la Cruz estaban celebrando el encuentro de la lluvia con la tierra.
Los conquistadores cumplieron la misión de devolver a Dios el oro, la plata y las otras muchas riquezas que el Diablo habia usurpado. No fue fácil recuperar el botin. Menos mal que, de vez en cuando, recibian alguna ayudita de allá arriba. Cuando el dueño del Inferno preparó de los españoles hacia el Cerro Rico de Potosí, un arcángel bajó de las alturas y le propinó tremenda paliza.
GALEANO, Eduardo. Espejos: una historia casi universal. Buenos Aires: Siglo XXI Editores
& Siglo XXI Iberoamericana, 2008. p.118-119.