Que la cerveza nunca
falte,
la casa sea rica en
sopas
y el pan abunde.
En los palacios y en los templos, el chef era hombre. Pero en la casa, no. La
mujer hacia las diversas cervezas, dulce, fina, blanca, rubla, negra, añeja, y
también las sopas y los panes. Y lo que sobraba, se oferecia a los vecinos.
Con el paso del tiempo, algunas casas tuvieron
mostrador y los invitados se hicieron clientes. Y nació la taberna. Y fue lugar
de encuentro y espacio de libertad este reino chiquito, esta extensión de la
casa, donde la mujer mandaba.
En las tabernas se incubaban conspiraciones y
se anudaban amores prohibidos.
Hace más de tres mil setecientos años, en
tiempos del rey Hamurabi, los dioses trasmiteron doscientas ochenta y dos leyes
al mundo.
Una de las leyes mandaba quemar vivas a las
sacerdotisas que participaran en las conjuras de las tabernas.
GALEANO, Eduardo. Espejos: una historia casi universal. Buenos Aires: Siglo XXI
Editores & Siglo XXI Iberoamericana, 2008. p. 10.
NOTA: O texto "Fundación de la taberna" não representa, necessariamente, o pensamento deste blog. Foi publicado com o objetivo de refletirmos sobre a construção do conhecimento histórico.
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