La mujer ocupaba un lugar importante en el cuidado de la casa. Escena del Códice Mendocino
Al cumprir veinte años de edad, los varones podian casarse; la mayor parte de ellos lo hacia al poco tiempo con mujeres de 16 y 18 años. De manera formal, una esposa se tomaba por petición, función que cumplian algunas mujeres maduras conocidas como casamenteras. En ocasiones la pareja se unia libremente y luego se formalizaba el matrimonio. A partir de entonces quedaban sujetos a los derechos y obligaciones de todos los adultos.
El hombre era el jefe de la familia, de su trabajo dependia la produción agrícola que daba el sustento, conservaba la poseción de la parcela asignada y pagaba el tributo. La familia estaba integrada por el grupo que habitaba la casa; se les denominaba celcatin, "los de una casa". Cuando varias casas mantenian relaciones económicas y de parentesco y estaban agrupadas alrededor de una misma parcela se les llamaba cemithualtin, "los de un patio".
Al consumarse el matrimonio, la mujer pasaba a formar parte del calpulli de su esposo. Cuando envidaba con hijos, el hermano del difunto la tomaba como esposa adicional. La esposa común tenía, como en la actualidad, muchas ocupaciones: el cuidado de los hijos, la cocina y el tejido. Además se hacía cargo de los animales domésticos y ajudaba en las faenas agrícolas.
La mujer conservaba sus proprios bienes y podia hacer negocios confiando sus mercadorias a los pochtecas, es decir, comerciantes. También podia ejercer alguna actividad: era partera y curandera. En estas condiciones disfrutaba de una gran independencia.
Por lo general la familia era monógama. Entre los macehualli el adulterio sólo era castigado si lo cometia la mujer, pero ésta podia solicitar el divorcio si el hombre no trabajaba. La poligamia estaba limitada a las clases altas: el tlatoani y los tecuhtli poseían varias concubinas a la vez.
Al llegar a la vejez ambos, hombre y mujer, tenían los mismos derechos y su opinión era escuchada por todos.
GÓMEZ MENDÉZ, Sergio Orlando. História 3: A través de los Tiempos de México. México: Prentice Hall, 1998. p. 34.
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